Jordania es un territorio rico en elementos naturales que son también atracción turística, y el mejor ejemplo de esto es la Reserva de la Biosfera de Dana, la reserva natural más grande del país que incluye sus cuatro diferentes zonas bio-geográficas (mediterránea, la saharo-arábiga, la irano-turaniana y la sudanesa) en sus 320 km² de extensión. Toda una sorpresa para aquellos que creen que Jordania es sólo un estado desértico, pues en Dana existe una diversidad de hábitats naturales y vida salvaje que son tesoro nacional.

Es un destino perfecto para los que buscan itinerarios poco comunes, ecoturismo, senderismo, y para los que quieren estar en un ambiente de paz, algo que sólo un ambiente natural y excepcionalmente bien conservado puede ofrecer.

Esta reserva cuenta con belleza, historia, biodiversidad y, al ser un paraje que acerca especies de Europa, África y Asia, se convierte en única gracias a la rareza de muchos de los animales y plantas que han hecho de este territorio su hogar. Con 800 especies de plantas y 449 de animales entre los cuales están el gato de las arenas y el lobo de Siria, es una ventana inigualable hacia los paisajes y riqueza nativa jordana.

Despertar temprano en Dana es tener la oportunidad de visitar el mirador y asombrarse con algunos de los avistamientos de hienas jordanas rehabilitadas y regresadas a su entorno silvestre o del famoso gato Caracal, mientras la belleza del paisaje se extiende hasta donde los ojos permiten ver. Durante la tarde, se puede explorar la zona también rica en patrimonio arqueológico, con más de cien sitios que datan del Paleolítico a la época romana, huellas del paso de nabateos y egipcios, y se puede acabar el día observando un magnífico atardecer en el Gran Valle del Rift, Para cerrar con broche de oro, disfruta de una noche junto al fuego al más puro estilo beduino mientras su auténtica cocina hace de esta experiencia algo fascinante.